Allá muevan feroz guerra 35 ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. 40 Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta 45 mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, 50 mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. A la voz de «¡barco viene!» es de ver cómo vira y se previene 55 a todo trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido 60 por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. 65 Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte! 70 Yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna entena, quizá en su propio navío. 75
Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo 80 del esclavo, como un bravo, sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, 85 mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones, el estrépito y temblor 90 de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento, 95 y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado 100 por el mar.
Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.» 105